Ante el avance tecnológico acelerado y un panorama empresarial tan competido, cada vez más empresas toman la decisión de someterse a diversos procesos de Transformación Digital, que modifican o incluso reestructuran gran parte de su organización operativa, y con ella, la relación con sus públicos internos y externos, así como su gestión de procesos, de sus proyectos, el alcance de los mismos y su modo de implementación.
En un ambiente empresarial cambiante, donde los proyectos, procesos y objetivos son tan dinámicos, el papel de las Metodologías Ágiles entra en juego como elemento fundamental, si lo que se busca es satisfacer a los clientes y adaptarse al mercado.
A lo largo de la aplicación de un proyecto, a diferencia de los métodos tradicionales, las metodologías ágiles no requieren del cumplimiento de pasos estrictos, por lo que se caracterizan por dotar de versatilidad y flexibilidad a las personas a cargo de las empresas, mientras propician ese camino hacia el éxito durante la gestión.
El desarrollo y la implementación de las diversas metodologías ágiles, siempre en busca de la adaptabilidad ante el cambio, supone un parteaguas dentro de las organizaciones. Estos métodos han conseguido optimizar los procesos, ajustar tiempos de producción, agilizar las operaciones y determinar de manera precisa los elementos infaltables para la realización de un proyecto, separándolos de aquellos prescindibles.
También han significado una reestructura a nivel de jerarquías, pues mientras los métodos tradicionales se centran en ellas, las metodologías ágiles buscan la colaboración simultánea entre diversas áreas, logrando perspectivas multidisciplinarias, y así, una mejora en la toma de decisiones.
La implementación de estas metodologías no debe tomarse a la ligera, pues así como puede significar un gran cambio positivo en la transformación de la gestión, también puede representar uno negativo, si no se conduce de manera adecuada.
Ciertamente se requiere de un experto para su implementación. En Latam Business School contamos con la Especialización en Agilidad Organizacional, una de las mejores en América Latina por su cuerpo de reconocidos expertos con experiencia real en el área, centrados en el acompañamiento y aplicación de ejercicios y casos prácticos reales, que garantizan un aprendizaje de acuerdo a las necesidades empresariales, y que preparan a sus egresados para diseñar e implementar diversas metodologías ágiles para reducir gastos y aumentar la productividad de una organización.
Si bien, hoy en día existe un gran apartado de metodologías ágiles, la mayoría de ellas comparten ciertos fundamentos similares, aunque no por ello pueden considerarse iguales; algunas apuestan por el cambio desde un principio, otras se definen como “tolerantes al cambio”, unas centran su atención en el cliente, otras en el equipo de desarrollo, etc. Es por ello que consideramos importante señalar, por un lado, los principios compartidos, y por otro, mencionar algunas de las diferentes metodologías ágiles que destacan en la actualidad.
Todos los métodos ágiles parten de esta premisa; las personas son quienes definen los procesos y herramientas, no al contrario. Se trata de dar más importancia al ser humano detrás de cualquier tarea, sus interacciones. Generar estrategias, conscientes de que las herramientas y los procesos siempre deben servir a los colaboradores, son ellos quienes las eligen y utilizan en su favor.
En el momento en que representen más una limitante, o bien, entorpezcan mínimamente las diversas dinámicas, será tiempo de replantearlas, reajustarlas o removerlas.
El ciclo de vida y funcionalidad del producto final entregado al cliente, es lo que define a este principio. Mientras muchos equipos se centran en la realización de una documentación cualitativa y cuantitativa extensiva, es en realidad el producto, el software final y su utilidad, lo que señala como “lo más importante”, el enfoque ágil de este principio de las metodologías.
Contrario al trato tradicional que recibe el cliente, como un ente externo con el que se tiene un contrato de intercambio, las metodologías ágiles se centran en dar al cliente un papel mucho más trascendente, dentro del mismo desarrollo del producto final.
Es decir, el cliente debe jugar un papel de colaborador, de valor compartido, para evolucionar y desarrollar el producto mismo, junto con el equipo de desarrollo.
En un contexto tan cambiante como el que atravesamos, especialmente en el que coexisten las empresas, se vuelve necesario prestar especial atención a que cada uno de los procesos estén pensados en función de la adaptabilidad al cambio perpetuo.
Los patrones empresariales, sus parámetros, los requerimientos del cliente, la tecnología disponible, cambian continuamente. Es por ello que esta característica debe ser definitoria en cualquier planificación estratégica de desarrollo de productos, y no el apego a planes estructurados con información posiblemente obsoleta.
Por otro lado, así como los diversos métodos comparten estos principios, muchos de ellos centran su foco de atención en determinadas características específicas que suelen diferenciarlas del resto. A continuación, mencionamos y describimos algunas de las metodologías ágiles de aplicación frecuente y papel más destacable en la actualidad.
SCRUM es el punto de partida que define el proceso de desarrollo que se ejecuta durante los proyectos, definiendo prácticas y roles. Identificado y aplicado por Ikujiro Nonaka y Takeuchi, a principio de los 80’s, se basa en tres pilares básicos:
Se toman en cuenta las expectativas del cliente y su gestión, por medio del feedback continuo. Se apuesta por equipos auto dirigidos y organizados, realizando únicamente una reunión breve de SCRUM diaria, para evaluar el avance del proyecto.
En 1999, Ken Beck desarrolló la “Programación Extrema” la cual es una metodología Ágil de desarrollo de software, la cual, como otras de su rama, se enfoca en la adaptabilidad, esto es uno de los puntos más resaltables de este método, pues otorga una gran funcionalidad y naturalidad, ya que el adaptarse en tiempo real a los cambios de un proyecto, es crucial para que este pueda salir adelante, mientras que el desarrollo tradicional, se enfoca en prever y prevenir todos los puntos posibles.
Pará que éste método funcione de manera correcta, se estructura en los siguientes puntos:
El desarrollo de aplicaciones y técnicas para agilizar y optimizar la productividad tuvo su auge durante los años 60’s, por ser el modelo productivo de Toyota. Aplicada al mundo de desarrollo de tecnologías, éste método busca eliminar el trabajo innecesario que no aporte valor al resultado final.
Implementar una metodología de aprendizaje continuo, tomar decisiones lo más tarde posible, ya que los requerimientos de los clientes pueden cambiar de un momento a otro, entregar lo antes posible, incluyendo lo necesario para los usuarios, priorizando y dando valor a sus requerimientos, potenciar el equipo y hacerlos partícipes en la toma de decisiones, siendo íntegros y contar con un sistema de pruebas automatizado, permite visualizar el conjunto y tomar las acciones pertinentes y oportunas.
En esta metodología, la continua implicación del cliente y la disponibilidad a los cambios, son dos puntos guía, pues gran parte de los proyectos fracasan por la falta de comunicación.
Creado en los 90, el Método de Desarrollo de Sistemas dinámicos (en inglés Dynamic Systems Development Method o DSDM) provee un framework para el desarrollo ágil de software, pues aborda los problemas que ocurren con frecuencia en el desarrollo de sistemas de información en áreas como la gestión del tiempo y el presupuesto, también la falta de implicación del cliente o del management de la propia empresa.
Esta metodología se aplica en empresas para planificar y concretar todos los proyectos. Con esto, se conocen e imponen límites al trabajo, ya que se definen, cuándo, cómo y qué producir.
Principalmente para las empresas IT, el método Kanban resulta particularmente útil, ya que existen practicas centrales de dicho método entre las que resaltan: